sábado, 11 de febrero de 2017

Este no es un pueblo idiota


Por Chaco de la Pitoreta *

Lo que era de esperarse cuando se abriera la campaña propagandista sucedió. Los postes de luz en las calles, paredes y lugares públicos están tapizados de propaganda político partidista, de mensajes trillados, de los mismos lobos viejos y mañosos en rostros rejuvenecidos por el fotoshop. La propaganda empezó y la tenemos a cual peor. Lo que en la teoría debería ser una fiesta cívica, llena de cultura y creatividad no es más que otro circo barato de esos sin estética, amorfos y que van rozando la estupidez. Sin embargo me llama la atención el hecho de que detrás de cada mensaje y cada rostro haya una valoración tan baja del pueblo. Es verdad que según el PNUD estamos entre los peores niveles de educación de América Latina, que nuestra experiencia política “democrática” es relativamente joven, pero de ahí a que seamos idiotas hay un tramo largo y ese tramo no lo valoraron los politiqueros actuales. Leamos.

Cierto que en la política es necesario algo de fe en las personas que van a la elección popular, pero esa fe no debe ser ciega ni fanática. La fe aplica para los que van por primera vez a la elección popular, a los que no han estado en contiendas, a los que no se les conoce historia a favor de otros u otras ya manchados por la corrupción o por traidores de la patria y el pueblo. Pero de ahí a que hayan algunos curas, pastores y feligreses orando (haciendo campaña) por el triunfo de su candidato es un insulto para el pueblo y su capacidad de entendimiento. El pueblo, en todo caso, necesita oración para librarse de esos que hacen de la fe su negocio y de los dioses su mercancía.

En la campaña publicitaria los políticos nos llaman a confiar, pero confiar en qué, en quiénes. Esos que están pidiendo confianza son los mismos que vendieron al pueblo, que traicionaron al pueblo, que han saqueado la dignidad del pueblo.  El pueblo ya no es aquel niño que siendo lanzado al aire sonríe por que su instinto de sobrevivencia le dice que no caerá, que unas manos lo esperan y lo mantendrán ileso. El pueblo ya se dio cuenta, y ustedes politiqueros baratos, deberían darse cuenta también que el pueblo ya los conoce, que sabe que ustedes lo enganchan y lanzan,  lo destruyen y se burlan, y pasados cuatro años vuelven para insultar su memoria, para mancillar su dignidad. Más pronto que tarde las armas que ustedes le apuntan al pueblo pueden devolverles los proyectiles.

Por favor señores y señoras politiqueros baratos el pueblo no es idiota, el pueblo sabe que ustedes se venden al mejor postor, sabe lo camaleones que son, conoce como sus buenas intenciones se expresan según los ceros en sus chequeras y que su fidelidad es una historia de amor contada en revista de vanidades. Todos sabemos que sus peleas infantiles por la red, sus señalamientos y declaraciones ambiguas son parte del juego político a favor de la dictadura y su chequera. Que otra vez (de manera asquerosa) en menos de tres meses se acercan al pueblo para hablarle de honores que en ustedes son imposibles. El pueblo no es idiota, no se confundan, idiotez es que crean que les creemos sus chistes de velorio recitados en circos baratos. 

Por cierto nos piensan tan idiotas que nos piden votar para seguir haciendo obras, ¿cuáles? Creen que estamos locos y que por ende elegiremos un loco, que pintando de propaganda partidista una ambulancia salvarán vidas mientras son parte de la estructura que saqueó el seguro social. Hoy todos dicen que escuchan al pueblo cuando en la práctica jamás lo dejaron hablar. Se autonombran amigos cuando en la realidad son parásitos del erario publico. Líderes cuando en la práctica son azadón halando todo hacia su parcela y condenando al pueblo a la miseria. Pero el colmo de todo es que no haya diferencia, que incluso aquella que ilusamente pensamos sería la otra campaña, sea tan baja e insultante como la que siempre hemos tenido.

En fin que la fiesta cívica esperada no llegó. En cambio tenemos un desfile de telas y modas impresionante cubriendo cuerpos salpicados de inoperancia, intolerancia, imposición, chantaje, corrupción y que hablan de compromiso pero nunca se enlodaron con el pueblo. Rostros maquillados y perfectos para ocultar la mentira de fondo, cabellos bien cuidados y abundantes que incluso impiden que se salga la única idea que hay en el cerebro y, para cerrar con broche de oro, con un discurso tan frío y deshumanizado como el proyecto mismo que lo ha inspirado. Una vez leí que la política es un arte pero en mi país la volvieron un circo en donde algunos - mal actores y actrices - ensucian la dignidad del payaso aquel que nos arrancaba una risa con la jocosidad de su verso y la coherencia de su discurso.

Ni modo pues, toca aguantar, toca ignorar y toca esperar que un día no nos vean como idiotas sino como el pueblo, el soberano, al que le deben absoluta obediencia. Y como dicen en mi pueblo, en aquella calle de tierra que se nombra y auto determina como La Pitoreta “al que le caiga el guante que se lo plante”.

* Poeta y Gestor Cultural

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