martes, 9 de agosto de 2016

6 Razones para no apoyar la reelección



Por J Donadin Álvarez *

Cuando la imaginación y la ilusión superan el raciocinio de una persona promedio nadie duda en llamarla loca; pero cuando lo mismo padece una que ostenta mucho poder entonces abundan los que sostienen que es una eminencia viviente que percibe la naturaleza de las cosas con una perspectiva fuera de lo común. La realidad es que ambas adolecen del mismo mal: demencia.

En Honduras hay personas que exhiben cierto poder gracias a la gloria barata que los medios de comunicación les ha obsequiado, pero no por ello están exentas de presentar problemas de desequilibrio mental.  Estas personas en su atolondrada imaginación describen a Honduras como un país próspero, lleno de esperanza y aseguran que la población ha depositado toda su confianza en un gobierno azul del que ellas forman parte y, lo que es peor,  consideran que como premio a la buena administración que se ha hecho se les permitirá seguir gobernando durante muchos años más. ¿Podrá ser interpretada tan colosal mentira como un simple producto de la imaginación de unos cuantos enfermos de poder o por el contrario como una cínica propuesta, un insulto al pueblo cansado de tanta miseria que ya no desea saber nada de la tiranía azul actual? 

El hoy presidente de Honduras y sus secuaces forman parte de ese grupúsculo de personas que anhela permanecer en la administración del país. Y aunque algunos ciudadanos piensen que la reelección no estaba en la mente del señor Juan Hernández al asumir el poder se equivocan. Desde su primer día de gobierno, el líder de la tiranía azul presentaba síntomas narcisistas y en su discurso de toma de posesión el ciudadano pensante ya avizoraba lo que se venía para el país: militarismo, falsa publicidad, minimización del clamor popular y desinterés por el respeto a las leyes. Así, desde un primer momento el presidente electo –a saber por quién– comenzó a delirar grandezas para el país en materia de seguridad, transparencia, combate al narcotráfico, pobreza, salud, educación y empleo. A más de dos años de su gestión Honduras no sólo permanece estancada en los temas torales para su desarrollo sino que ha retrocedido. Basta con revisar los índices de corrupción, violencia, inequidad social, etcétera. Es evidente que la continuidad de Juan Hernández en el poder no significa nada bueno para los hondureños. Y, ¿en serio, usted estaría dispuesto a permitir que los pitufos nacionalistas continúen con la administración del país?

A continuación explicaré seis razones por las cuales considero que usted como hondureño inteligente no debe apoyar el nuevo fraude reelectoral que los cachurecos y los oportunistas de Libre quieren legitimar, a espaldas del pueblo y de la Constitución de la República. 

La reelección debilita el sistema institucional hondureño. Las leyes nacionales no permiten la reelección, y en caso de querer modificar el procedimiento legal ya establecido la petición debe surgir del pueblo, sin presión ni manipulación de los sectores interesados en promover la reelección. Y la Corte Suprema de Justicia es la menos indicada para decidir el tema. 

Con la reelección el pleno desarrollo del país no se logrará en cuatro años más. Los problemas de Honduras son sistémicos no electorales. Los proyectos de desarrollo que requiere la nación son, en su mayoría, a largo plazo. Cuatro años más para Hernández o Zelaya no significará mucho en materia de progreso  humano, social y económico. Hace falta mucho tiempo para consolidar el país. El saqueo de siglos y el empobrecimiento de los hondureños no es asunto que será solucionado en cuatro años, ni ocho. Desgraciadamente ni siquiera se ha iniciado la ruta hacia la verdadera prosperidad del país. Los que han gobernado no han hecho otra cosa más que beneficiarse del cargo desestimando las urgentes necesidades de la población.  En este sentido, aunque la reelección se aprobara por la vía legal ninguno de los expresidentes, ni el actual, están en condiciones morales aceptables para repetir un período de gobierno. 

La reelección refuerza el caudillismo y empequeñece el esfuerzo colectivo. La imagen personal de la persona reelecta crece y el pueblo puede creer erróneamente que pequeños o grandes logros durante el período de gobierno son obra del reelecto y no de un esfuerzo colectivo. Y en esta línea hasta el mismo caudillo puede llegar a confundirse  puesto que al estar rodeado de mentirosos que por obtener beneficios y privilegios lo elogien desmesuradamente  jamás le señalarán sus desaciertos. Esto creará en él la falsa idea de que todo lo que hace está bien.

La práctica reeleccionista es, además, un principio narcisista. El presidente que ignora el mandato popular y la línea constitucional al pretender aumentar sus años en el poder está claramente anteponiendo fines personales, caudillescos, su deseo de figurar, etcétera, sacrificando el deseo y voluntad colectiva. Los dos personajes que ya se matricularon con la reelección no merecen ser reelectos. Es más, ninguno de los presidentes anteriores a ellos. 

La reelección de Juan Hernández y Manuel Zelaya limita el paso a nuevos actores a la palestra política. Por bueno que parezca un gobernante, habrá otros más con capacidades quizá mejor desarrolladas para continuar la obra del desarrollo nacional. La juventud pensante, líderes importantes, ideas frescas, etcétera, todo esto se pierde pues al dejar a los mismos en el poder no hay un relevo generacional. 

El deseo de reelección de Juan Hernández ha canalizado gran parte de su trabajo como presidente hacia la falsa propaganda mediática. El actual mandatario ha “trabajado”, poco en beneficio de la ciudadanía. Ha dedicado sí importantes recursos económicos a una campaña mediática  orientada a aplastar a sus opositores políticos y a elevar su perfil. Dinero que debió ser invertido en obras sociales  acabó en la bolsa de los dueños de las corporaciones de medios de comunicación. 

La reelección fomenta la ya alarmante corrupción de los cachurecos. Si una persona tiene toda la institucionalidad del país en sus manos, como en el caso de Juan Hernández, continuar en el poder le permite disponer antojadizamente de los recursos económicos sin temor a que un partido político opositor le compruebe falta de transparencia en el manejo de las finanzas públicas. 

En conclusión, Honduras atraviesa por una crisis institucional sin precedentes. La cachurecada con un gobierno altamente corrupto e ineficiente se prepara con  todo para la reelección y otro partido democráticamente desnutrido como Libre se ha prestado para seguirles el juego.  

Amigo lector: ¿Le conviene a usted la reelección?  

* Escritor hondureño


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